Francisco Javier Espíndola, de 44 años, fue asesinado por una patota durante una fiesta clandestina en un casa de la localidad de Bosques. Según testigos del hecho, el hombre fue golpeado por un menor de 15 años con una botella de vodka que le produjo un corte a la altura del cuello. El menor fue detenido y la policía busca a cinco prófugos.
El evento fue anunciado como «solidario» y en el marco de la «lucha por una ley de salud mental». Aunque no contaban con permiso municipal, cobraban entradas con dinero, alimentos o artículos de higiene.



Al parecer, en medio del festival clandestino donde tocaban varias bandas de rock, una patota atacó a Espíndola. Según los testigos, lo golpearon con una botella de Vodka y le cortaron el cuello. Luego de dejarlo inconsciente tirado en el suelo, comenzaron a acusarlo de «robar un celular».
«¡DESCARTEN EL CUERPO!»
Mientras el hombre agonizaba en el patio de vivienda, uno de los miembros del grupo atacante dio la orden para que «descarten el cuerpo afuera».
Según relató un testigo ante la justicia, Espíndola «fue atado de pies y lo quisieron tirar a un descampado cercano, pero al aparecer un amigo lo dejaron tirado en la calle».
Cuando llegó la policía, el cuerpo sin vida de Espíndola estaba tirado en la calle. El auto con el que había llegado al recital aún estaba estacionado allí. Cinco de los atacantes ya se habían fugado de la escena del crimen. El único miembro de la patota que quedaba era un menor de 15 años que fue detenido.
Los familiares de la víctima reclaman justicia. Quieren que detengan a los otros miembros de la patota que permanecen prófugos.
CURIOSO POSTEO

Al día siguiente del asesinato de Espínola, la dueña de la casa dónde se realizó la fiesta clandestina posteo en las redes sociales un curioso mensaje. Allí en un relato incomprensible, acusa a la policía, habla de testigos que no reciben copia de sus declaraciones y pide justicia por el menor detenido.


