
Trece años pasaron del llamado «Robo del milenio». Los tres acusados terminaron absueltos y jamás se recuperó el dinero.
La sucursal del banco Macro estaba ubicada a apenas dos cuadras del Congreso de la Nación. Poco les importó a los boqueteros, que abrieron 99 cajas de seguridad y se llevaron una fortuna. Los investigadores no pudieron recuperar ni un peso de un botín estimado en más de 30 millones de dólares y tampoco lograron identificar a los seis ladrones que entraron a la bóveda.

El exsubcomisario de la Policía Federal Marcelo Amarilla, su chofer y el encargado de un edificio fueron juzgados como presuntos coautores. El debate comenzó en febrero y el juez Carlos Rengel Mirat, del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 26 de la Capital Federal, decidió absolver a los tres acusados a pesar de que la fiscalía había pedido una pena de ocho años de prisión.
No se trata de un golpe más. Es considerado el último de su especie en la Argentina. Los delincuentes habían dejado en una pared un mensaje algo reñido con la gramática, pero con un mensaje contundente: «No será el Robo de Siglo, pero (sí) del mileniun (sic)».
Todo comenzó cerca de las 22 del sábado 6 de marzo de 2010, en la sucursal del Banco Macro de la avenida Callao 264 y terminó a las 7.17 del domingo 7, cuando se activó la alarma. Unas 256 cajas de seguridad fueron violentadas, pero solo 99 cofres fueron saqueadas por los delincuentes, que se apoderaron de dinero en efectivo, joyas, lingotes de oro, documentos y otros valores.

La banda contó con un especialista en alarmas, que logró «puentear» los dispositivos para que no se activaran e inutilizar la sirena. Luego, con los rostros cubiertos con pasamontañas y desviando las cámaras de seguridad, se trasladaron al subsuelo del banco.
Allí hicieron otro boquete que les permitió el ingreso a la bóveda, donde violentaron las cajas de seguridad y huyeron con el botín. La acusación contra los policías era que dieron cobertura a la banda, pero nunca pudo ser comprobado.