Los vecinos del asentamiento Los Pumas, en barrio Empalme Graneros, donde asesinaron a Máximo Geres, el chico de 11 años que murió al quedar en medio de una balacera, fueron a buscar a un narcotraficante apodado «El salteño», rodearon la manzana, derribaron y prendieron fuego gran parte de la casa.
La Policía realizó un impresionante operativo, detuvo al narco que originó el conflicto en el que murió el niño y reprimió con balas de goma a los vecinos y familiares del niño asesinado.
LA POLICÍA BALEÓ AL PADRE DEL NIÑO ASESINADO
La Policía intervino para intentar reducir el accionar de los habitantes que estaban indignados y furiosos por la actividad ilícita a la que vinculan con el homicidio de Máximo Gerés. El papá y un primo del nene de 12 años muertos fueron heridos con balas de goma.
«A nosotros nos tienen que cuidar y están cuidando a los transeros», declaró Gerés, quien se levantó la remera dejando ver las heridas. Un vecino, exaltado, apuntó contra los policías a los que acusó de «arreglar» con los vecinos que se dedican a vender drogas. Exigió la presencia de gendarmes a los que considera honestos.
JUSTICIA POR MANO PROPIA
Los graves incidentes comenzaron en el mediodía en Cabal al 1300 bis, cuando un grupo de vecinos, varios de ellos familiares y allegados a Máximo, el chico de 11 años asesinado, fueron a buscar a los narcotraficantes que supuestamente operan en el barrio. Prendieron fuego una moto de la banda y luego comenzaron a agredir con piedrazos y botellazos. Desde la vivienda se podía observar a dos personas respondiendo desde la terraza.
En ese momento comenzó a llegar un impresionante número de patrulleros y efectivos policiales, que se treparon a los techos contiguos a la vivienda señalada para tratar de atrapar a los acusados. Al mismo tiempo, los vecinos y vecinas rodeaban la manzana para que los narcos no escaparan.
También se llevaron detenida a una mujer, que estaba en el interior del búnker, en medio de los insultos y las agresiones de la gente del barrio.
LA DEMOLICIÓN
Julio, el papá de Máximo, la mamá y otros familiares, tomaron mazas, martillos y otros elementos y comenzaron a derribar una de las paredes de la casa de los hombres que todos los vecinos señalaban como vendedores de drogas, hacia donde fueron los disparos que hirieron a los niños.

A pesar de la fuerte presencia policial y de que lograron trasladar a unos de los acusados, los vecinos siguieron demoliendo el búnker y llevándose las cosas que estaban en su interior.
Cocinas, microondas, heladera, ropa, muebles, colchones, inodoros, rejas, chapas del techo, son algunos de los elementos que los vecinos se llevaron de la casa en menos de 10 minutos.
Según publicó Rosario 3, también derribaron otros supuestos puntos de ventas de drogas del barrio.
SAQUEAN CASA POR ERROR
Los vecinos se dirigieron a otra casa del barrio a la que marcaron como un búnker de narcos. Entraron a la casa y se llevaron cocina, heladera, camas, estufas, ventiladores. Hasta juguetes y útiles escolares de los chicos de la familia que allí alquilaba.
El periodista Pedro Levy de Rosario 3, detectó a una mujer que lloraba desconsolada frente a esa escena desoladora. Era Carolina, la dueña de las cosas que estaban robando. «Vivo con mi familia y mi marido, que ahora está trabajando», alcanzó a decir entre sollozos.
«Hace dos meses más o menos que estoy acá, pagó 25 mil pesos», dijo. «Yo se la alquilo a una persona que se llama Claudia, que supuestamente es narcotraficante, pero yo no lo sabía», agregó