El caso de Jonathan Lucas Vogel, es para estudiar en las facultades de derecho. Asesinó un comisario y lo condenaron por eso. Al poco tiempo descubrieron que, desde el Penal, traficaba marihuana de Paraguay. Ahora le dieron salidas para "trabajar" y lo atraparon con 10 millones en cocaína.
SALIDAS PARA "TRABAJAR"
En los últimos días, la Justicia le otorgó salidas transitorias por "cuestiones laborales".
Según publicó el portal eldiariodelarepublica.com, "todo indicaría que este domingo utilizó esa libertad para dedicarse a un negocio que ya conoce bien: el de las drogas. La Policía lo detuvo junto a otro cómplice con cocaína y marihuana valuada, según la Fuerza, en unos 10 millones de pesos".
"SALIDAS BAJO PALABRA DE HONOR"
Los voceros policiales comunicaron al portal que Vogel, quien cumplía condena en el Penal de Pampa de las Salinas, gozaba de "salidas laborales", lo que conocen como "semilibertad", de lunes a viernes. Y algunos fines de semana solía ser beneficiado con "salidas especiales".
El domingo, cuando fue detenido junto a su cómplice de 46 años, el convicto tenía una salida especial "bajo palabra de honor" por 36 horas.
EL CRIMEN DEL COMISARIO
La primera vez que escapó de la cárcel fue en el 2004 y la última fue el 4 de marzo de 2015. Cumplía una condena de prisión perpetua por asesinar al comisario Máximo Sosa. Y dos semanas después de su última fuga, el juez federal Esteban Maqueda lo procesó por organizar una banda narco desde el Penal.
TRAFICABA DESDE LA CÁRCEL
La hipótesis del fiscal federal Cristian Rachid era que el hombre organizaba la logística de la organización criminal vía telefónica desde su celda. De hecho de las escuchas telefónicas se desprendió que la banda pretendía "mexicanear" el cargamento de marihuana. Hablaban de similar un operativo policial antes de que la droga llegara a su destino. De esa manera se quedarían con la sustancia, sin pagar por ella.
FUGAS
Pero poco antes de que el juez lo procesara por ese delito federal, Vogel escapó de la prisión.
En el Servicio Penitenciario, trabajaba en el taller de carpintería. La sospecha siempre fue que huyó escondido en un mueble que él mismo diseñó y que alguien sacó del Penal. Emitieron el pedido de captura, pero no lo atraparon de inmediato.
Cayó un mes y medio después por unos llamados telefónicos que hizo. Los investigadores federales lo detectaron en Villa Zabaleta, entre los barrios porteños de Pompeya y Barracas, donde sospechaban que planeaba unos robos.